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ALLEWEDER 7 AND ALLEWEDER 8

Hay que deslizarse ahí dentro. El espacio justo y poco más para un equipaje minimalista.
 Hay que acoplarse bien; acomodar la espalda y posaderas en el asiento reclinable; ajustar el reposacabezas. La suela de las deportivas toca con los pedales, las piernas van en horizontal, paralelas al suelo. Confortable, sí. El velomobile es un vehículo ecológico muy confortable.
El manillar es bastante diferente a los de bicicleta; monomando se podría decir. Su manejo pura  gozada.
Tres ruedas y una  carcasa que protege bastante del viento, lluvia y  sol,  aunque no de arácnidos sedientos...


Cada vez que miraba a Nacho me parecía siempre recién aterrizado o con intenciones de despegar. No fui la única en verlo así, a lo largo del viaje otras personas de forma amable y divertida nos lo comentaban. Ya iréis viendo.
El Alleweder 8 que condujo es de aluminio con el morro de fibra de vídrio; una auténtica obra de arte obra de Alligt.

A la altura del arbusto los días en Alleweder. Rosas mosqueta, matas de romero, lavanda, etc.. Esa era la altura.
En Países Bajos y Alemania cuidan mucho los jardines. 
Encapsulados y a pedales.
Sin emisión de humos, ni ruidos, ni siquiera electricidad.
El combustible fueron las legumbres, las hortalizas, las frutas y frutos secos que nos comimos. La chispa; el contacto de los  motores; las ganas que tenemos siempre de viajar por lugares  desconocidos en estos países a los que siempre nos gusta volver para pedalear. 

Interior del Alleweder 8.
Manillar velomobile A8
Así veía Nacho el mundo.
Así lo veía yo a él. Feliz.

Así iba yo en el Alleweder 7. Fibra de poliester. 


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